De México, D.F.
TÚ EN TINTA
Abrí, uno a uno, los cajones del escritorio
donde tenía mis relatos fantásticos. Invadido por una desesperación
inimaginable que carcome de a poco el cerebro. Leía con frenesí los textos
plasmados en hojas amarillentas; desdeñando una a una las cuartillas que,
cayendo, crujían adoloridas al piso indolente. Necesitaba encontrarte en uno de
tantos papeles. Jalaba mis cabellos, salivaba. Pasaron muchas horas antes de
poder leerte: lloré, pero de felicidad al verte viva en las líneas; en la
historia donde nunca le di rostro al personaje del que estás, en tinta,
enamorada. Sabía que este momento llegaría: mañana en la que yace tu cuerpo sin
vida en la otra habitación; mediodía nostálgico al ver tus labios amoratados.
Noche gélida que cruza tus manos y las posa sobre tu pecho. Y por eso me ves
aquí, a tu lado, dentro del relato donde te inmortalicé; oyendo el crepitar de
los maderos en la chimenea. Escuchando a Sinatra de fondo, y besándonos
eternamente, olvidando que ahora solamente somos papel y tinta.
Juan Mireles
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