De
Santiago de Chile
¿PERMISO?
No había
nada en el aire,
ni flirteos, ni manadas calurosas;
solo una multitud errante y animada
buscando un festejo sin pausa.
Me pidió
permiso,
ella, una diosa escondida en sus azares;
yo le dije: pase,
sin pensar en sus intenciones sensoriales.
Mi alma
estaba en ruinas
y no había opción de reparar sus suelos,
para poder construir ahí
un palacio de enormes cielos.
Me pidió
permiso,
ella, y entró en los escombros de mi llanto,
zurció con sus palabras mis atajos
y conquistó el terreno gris de mi quebranto.
Ilógico
es pensar que tanto tiempo
pasaría para poder besarla;
y al sentir sus labios rosa
comprendí que ya debía amarla.
Me pidió
permiso,
ella, y construyó en mi el mejor castillo,
a prueba de todos los venires del destino
con sus ojos y su exceso de tino.
Me pidió
permiso
y se robó toda mi mirada,
pues cuando ella está
mis ojos en ella descansan.
José
Youseff Silva Reyes
Derechos Reservados
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