miércoles, 1 de mayo de 2013

CARLOS ENRIQUE CABRERA


De Concepción de la Vega, República Dominicana

DOSIS LETAL

SI sintiéramos de golpe en nuestro propio
ser todo el dolor que se genera en un
segundo en el mundo (o tan sólo nos lo
imaginásemos así durante ese breve
instante), caeríamos al suelo con el alma y
el cuerpo destruidos, requemados, como si
hubiésemos sido alcanzados por un rayo.
Todo ese dolor esparcido vertido en un
segundo sobre la faz de la tierra
penetrando las almas de nuestros congéneres,
mordiendo sus carnes y sus músculos y sus nervios.
Todo ese dolor físico y moral y espiritual
que se acumula en un soplo en la Tierra,
en el ser íntimo de las gentes.
Bastaría sí que por un instante nos
metiéramos en la piel (que así lo hiciéramos
durante un segundo) de esos millones de seres
que sufren e hiciéramos nuestro su dolor 
para que el alma y el cuerpo se nos rompan
irreversiblemente, ya para siempre.


Carlos Enrique Cabrera

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