"... Un autor se refleja en su obra. La reflexión presente en mi
narrativa define mi saber estar. También el combate indeclinable contra mi
propia ignorancia y la del prójimo. No acepto etiquetas."
Joan Benavent
De Vilasar
de mar, Barcelona-España
MOMENTOS
GUARDADOS BAJO LLAVE
Hay caricias perennes que no cesan de
acosarme algunas noches. No las decido yo, sino su intensidad en imprevistas
veladas de conjura astral. Noches de tus labios, de tu lengua y los néctares
desprendidos por un cuerpo cálido. En el sueño me capto renovado jinete de tu
encanto, y a ti, amazona del mío, cabalgando el amor frente a espejos que no
pude retratar. Los móviles eran un inconnu entonces. Pero nuestra sed de beber
agua salada que la multiplica era inmensa; a extremo tal, que sólo un grande de
las Artes podía plasmarla. Ahora la escenifica el más modesto capricho de los
sueños, tan recurrentes como el estigma que me acompaña para siempre.
Es la herida que cicatrizó sin borrar
el obsceno costurón, recordándome que fuimos una vez.
Las pasiones ardientes se cruzan y
descruzan esparciendo cenizas. La vida es así, variopinta, cruel y a menudo
ingrata con los manjares que nos regalaron sus veladas. Al fin, resignas la
vieja pasión a los anaqueles de la memoria, aceptando el cadáver insepulto de
la vida en común, o el más piadoso recuerdo del "No sé dónde está, o si
está no la veo. Ni la quiero ver..."
Sobrevive sin embargo en la nevera de
los sueños que enfrían o congelan edades e ímpetus; menos crueles si no se
corporizan sus despojos en el lecho cotidiano y su resignado tedio, enemigo de
la emoción.
No universalizaré mi cierto
escepticismo en estos asuntos. Existen acuerdos que combinan la placidez del
presente con los arrebatos del pasado. Son más de los que imaginamos y menos de
los que pregona la sociedad en boga.
El trágico azar y la vida me han
privado de cualquier presencia. Y eso también te marca a fuego.
La tuya en especial, provoca esta
remembranza, belle de jour. Nadie ha vuelto a besarme como tú, ni ser mía como
una vez fuiste. Tampoco hembra alguna volvió a propinarme tus navajazos, ni
recibir los míos con semejante fervor.
Quizá el gran amor rara vez pervive. La
gran pasión abunda sin embargo. Es la que suele marcarte para siempre, y
guardas celosamente bajo llave.
Joan Benavent
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