sábado, 1 de marzo de 2014

JOSÁN SANCHEZ


De Aragón, España

AMOR MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Cuenta la leyenda, que hace mucho tiempo, cuando los dragones eran los guardianes de los castillos, en un pueblecito cercano existía una niña llamada Xenia. Esta pobre niña se encontraba sola en el mundo, sin padres y sin nadie que la quisiera. Ante el abandono de la chiquilla, se reunieron las autoridades de aquel pueblo, y acordaron darla en adopción a un matrimonio muy adinerado, pero con tan mala suerte para la niña, que aún empeoró más su situación. Aparte de que no le daban amor, la obligaban a trabajar día y noche sin apenas descansar. La pequeña no disponía de tiempo para hacer amigos y nunca pudo jugar como los demás niños.
En esta triste situación fue pasando el tiempo, y la niña creció y creció hasta convertirse en una hermosa joven, pero en su cara se podía ver la tristeza y falta de libertad. Sus únicas salidas eran ocasionales cuando su madre la mandaba a comprar o hacer algún recado, lo que la madre no sabía, qué la chica esperaba con desesperación la única oportunidad que tenía de salidas, para verse con un joven que conoció en una de sus salidas, y del que se había enamorado y entregado su corazón.
Fueron pasando los días, y el amor que ambos sentían se fue fortaleciendo. Sin embargo, la felicidad iba a durar poco: el destino se iba a interponer en el disfrute del amor pasional de los dos jóvenes.
Al descubrir su malvada madre su relación, se opuso rotundamente, alegando que el joven era hijo de un matrimonio enemigo de su familia, y le prohibió que viera a su enamorado sin tener en cuenta los sentimientos de su hija. A pesar de ello, se las ingeniaban para quedar a escondidas en la mínima oportunidad que se le presentaba.
Fue pasando el tiempo, hasta que la perversa madre los sorprendió en uno de sus encuentros, dando un grito sin preguntar a los sorprendidos jóvenes, se dirigió a su hija, la cogió del pelo, y la arrastró hasta su casa. De nada sirvió la súplica y el llanto desesperado de la joven; sin ninguna clase de escrúpulos la encerró en su habitación. Allí permaneció prisionera por un tiempo, sin apenas comer, y llorando constantemente por su amado. Poco a poco se fue deteriorando, y pedía a Dios que acabara su agonía.
Un día de aquellos, el joven enamorado llamó a la puerta, donde sabía que encontraría a su amada. Pero su decepción fue grande cuando abrió la puerta su mala madre, qué, gritó…
- ¿Tú qué haces aquí?
El muchacho muy nervioso por la furia de aquella mujer contestó:
- Perdone señora Vengo a ver a su hija que hace tiempo que no sé nada de ella.
- Está castigada y no quiero que vaya con gente como tú. Xenia se merece otra cosa, y no personas hambrientas y sin medios económicos para hacerla feliz.
Mira chico, seré sincera contigo, tú eres un plebeyo harapiento, mientras que ella goza un alto rango y disfruta de lujos conmigo.
El joven, un poco alterado y nervioso dijo:
- ¡Pero señora, el dinero no es todo en la vida, amo a su hija y pienso hacerla feliz! La quiero tanto, que aunque se oponga a nuestra relación no podrá impedir nuestro matrimonio.
La mujer se quedó un momento en silencio, para segundos después decir:
- ¡Está bien!, si eso es lo que quieres puedes quedarte con ella, pero a cambio te voy a poner a prueba. Si eres capaz de traerme el cáliz que los dragones custodian en el castillo, podrás casarte con mi hija. De lo contrario juro por Satanás que no la verás jamás.
Sin pensarlo mucho, el joven enamorado se dirigió al castillo, para enfrentarse a los temibles dragones. Era tanto el amor que sentía por la joven, que le dio fuerza para derrotar a tan temibles enemigos.
Contento y triunfante se dirigió a por su amada, pero grande fue su sorpresa al ver, que en aquel mismo momento, su amada se desposaba con un hombre mayor, cuyo nombre era Fernando.
Aquella malvada mujer, no quiso esperar el triunfo del joven, ya que pensó que éste sería devorado por aquellos invencibles dragones. Ante su tremenda decepción, el joven gritó:
- Xenia, ¡¡¡qué haces mi amor!!! ¿Es este el pago que me das, después de exponer mi vida enfrentándome a los dragones? ¿Es que ya no me quieres? Amas a este hombre, ¡Dímelo Xenia! ¡Acuérdate de que expuse mi vida por nuestro amor! ¡Yo nunca te podré olvidar!
Y sacando su espada, se la clavó a sí mismo en el corazón.
Arturo, así se llamaba su gran amor, cayó desplomado al suelo. Xenia, al ver como yacía muerto sobre un gran charco de sangre, salió corriendo y perdiéndose entre la multitud de gente, se tropezó con la única botica que existía en aquel pueblo. Compró veneno, y llorando desconsoladamente se lo tragó de un sorbo.
Apenas había dado unos pasos, cuando la pobre moza cayó desplomada sin vida.
La leyenda dice, que los dos cuerpos están enterrados en la cripta de la
Iglesia, y que todos los enamorados les hacen una visita al menos una vez al año, para jurarse amor eterno.
Este cuento lo escribí, para que tomemos conciencia del límite del verdadero amor, y hasta dónde se puede llegar por el ser amado.
Como dijo el apóstol Pablo en su carta a los corintios: “El amor no tiene límite, ni entiende de razas, ni de colores. El amor nunca morirá, porque es lo único que queda del ser humano”.

Josán Sánchez


2 comentarios:

  1. Ninguna cosa se podrá decir que antes no se haya dicha.El vino antiguo, guardado en su envase, y abriese yo la botella cuando cumpla los cien años, que el galillo ya no tragase, y allí se terminaran los engaños, todos los despechos, de tantos y tantos años.

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  2. El joven se apresuró en prejuzgar y se equivocó... A veces tenemos que ver las cosas desde otro punto para no equivocarnos... Muy triste el desenlace...

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