sábado, 1 de marzo de 2014

STEFAN DE ARAGÓN

 
De Galati, Rumania

Reside en España

Entre la lujuria y la pasión que habíamos ido acumulando después de tanto tiempo acabamos en una habitación de un hotel viejo y cutre, pero la necesidad hizo que todo nos diera igual. Nos desvestimos rápidamente, como si el recepcionista nos hubiera dicho, tenéis solo cinco minutos.
Al verla desnuda mis ojos quedaron atrapados, era preciosa, su cuerpo era un pastel y yo estaba a punto de
comerlo. Desde la cama me lanzó una mirada llena de deseo, parece que me estaba diciendo “Aquí te espero”.

No tardé ni un segundo en acercarme, empecé a tocarla, acariciarla, y besarla por todo el cuerpo. Su piel 


era tan suave, que me deslice y acabé perdido entre sus 
largas piernas, donde encontré una pequeña cueva. Mi 
lengua esta vez no se pudo resistir y atrevida como nunca, se dejó caer en la profundidad. Con suaves lametazos iba acariciando el clítoris, tanto que noté como crecía con cada movimiento.
Durante un tiempo estuve explorando el cuerpo de Leyla y en cuando decidí que había besado y acariciado cada uno de los rincones, la empecé a penetrar hasta que sus gritos de pasión se convirtieron en silencio.

Stefan de Aragón 


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