domingo, 1 de septiembre de 2013

JOSÉ N. MENDEZ


De México, D.F.


Llanto amarillo de rosa,
tierra mojada,
al silencio 
“no hagas caso” le dijeron.
Saben los robles de todas las súplicas
en la tierra, 
creo
que son como ángeles 
en eterna vigilia, 
por eso en el mío
he sembrado la confianza que quise darle a una orquídea
pero la promesa de la flor es eterna
y el tiempo breve.
Madre, 
la indignación, 
la espina, 
la lágrima de Pilatos
la letra de quien se ha ido
¿sabían quién era?
¿escucharon romperse el corazón de su patria?
No, era tendencia
y entonces, 
entonces
comen los buitres un enorme trozo de expiación
al pronunciarlo
pero suena sucio,
sus virtuales paredes del lamento
me saben
a perla crujiendo 
en el hocico de los cerdos,
las rebeliones contra el granjero están equivocadas
la naturaleza 
de las tinieblas 
no cambia.


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