De Lima, Perú
OFICIO DE APRENDIZ
Toco
tu boca, con un dedo
toco
el borde de tu boca.
Rayuela.
Cap. 7
Julio
Cortázar
Voy
dibujándome
el secreto de tu nombre
mientras
delineo
con
lentitud
el
perfecto margen de tus labios.
Voy
entre
el aroma desolado del incienso
y
los cristales empañados del amor hacia
el
principio de tu emblema en las mañanas,
donde
raíces y espumas dolorosas nacen
en
el peregrino gravitar de los vientos.
Voy
provocando la tentativa del silencio,
construyendo
un abismo entre mis manos
y
tu cuerpo
cuando
el bostezo de las calles
nos
devuelve la realidad.
Despacio,
como en una habitación oscura,
busco
el límite que me entrega la soledad
y
lo prohibido. El juego de las horas
conserva
la ingenuidad de lo incierto,
cuando
por obrar del aliento tibio
descubro
América en tu vientre infinito.
Prosigo
la virtud en este oficio de infante,
abrazando
verdades y perfectas historias
de
colonias devoradas
por
la ambición de un gemido.
El
descubrimiento de orillas pálidas
y
un horizonte baldío
me
recuerda el menudo divagar por tu sombra.
Voy,
deambulando entre tu mar
como
un naufragio de líneas rotas,
remando
con fuerza contra la obediencia
del
tiempo, hundiéndome en tu libertad
con
el absurdo espíritu de palabras y juramentos.
Sigo
aquella imagen,
el
hilo conceptual donde el sendero
de
tus dientes me prohíbe el retraso.
Avanzo,
como
perdiéndome en mareas vírgenes de sueño,
y
es aquel sueño el que me cohíbe
en
un caer de pupilas sin regreso.
Del
libro Arquitectura de un día común (2009)
Veo con gratitud la difusión de este poema mío. Le agradezco de corazón la molestia tomada. Con afecto. Oscar Ramirez
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