lunes, 1 de julio de 2013

OSCAR RAMIREZ




De Lima, Perú

OFICIO DE APRENDIZ 

 Toco tu boca, con un dedo 
toco el borde de tu boca. 
Rayuela. Cap. 7 
Julio Cortázar 


Voy 
dibujándome el secreto de tu nombre 
mientras delineo 
con lentitud 
el perfecto margen de tus labios. 

Voy 
entre el aroma desolado del incienso 
y los cristales empañados del amor hacia 
el principio de tu emblema en las mañanas, 
donde raíces y espumas dolorosas nacen 
en el peregrino gravitar de los vientos. 

Voy provocando la tentativa del silencio, 
construyendo un abismo entre mis manos 
y tu cuerpo 
cuando el bostezo de las calles 
nos devuelve la realidad. 

Despacio, como en una habitación oscura, 
busco el límite que me entrega la soledad 
y lo prohibido. El juego de las horas 
conserva la ingenuidad de lo incierto, 
cuando por obrar del aliento tibio 
descubro América en tu vientre infinito. 

Prosigo la virtud en este oficio de infante, 
abrazando verdades y perfectas historias 
de colonias devoradas 
por la ambición de un gemido. 
El descubrimiento de orillas pálidas 
y un horizonte baldío 
me recuerda el menudo divagar por tu sombra. 

Voy, deambulando entre tu mar 
como un naufragio de líneas rotas, 
remando con fuerza contra la obediencia 
del tiempo, hundiéndome en tu libertad 
con el absurdo espíritu de palabras y juramentos. 

Sigo aquella imagen, 
el hilo conceptual donde el sendero 
de tus dientes me prohíbe el retraso. 
Avanzo, 
como perdiéndome en mareas vírgenes de sueño, 
y es aquel sueño el que me cohíbe 
en un caer de pupilas sin regreso. 

Del libro Arquitectura de un día común (2009)


1 comentario:

  1. Veo con gratitud la difusión de este poema mío. Le agradezco de corazón la molestia tomada. Con afecto. Oscar Ramirez

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