sábado, 1 de marzo de 2014

MARUXA DUART


De Valencia, España

UN DIECISIETE DE AGOSTO – LA PARDALA

Un diecisiete de agosto fui ahorcada
una niña mujer de diecisiete que soy.
Quedaron los pobres donde huyeron los ricos.
Quédeme yo, fuéronse ellos.
Levanté mi voz tras los cortados,
me oyó la torre, me oí yo.
Me oyeron ellos que no pudieron,
también muertos, que yo viviera.

Josefa Bosh, La Pardala, Agustina de Aragón, 
Nieves, Catalina...
que más da.

Mujeres azuzadas por el fervor popular.
Mujeres azuzadas por el fervor pulpital.

 Mujeres todas y al cabo seducidas por libertad.

De justicia, un ideal fatal
porque no existe tal.

La ingenuidad no ve el engaño
el corazón tampoco.

La justicia exige
que el pecho arda en corazones
que la razón sea pequeña
el sentimiento y esperanza titanes.

Entonces se pierde el miedo
uno es feliz de ser bueno.
De servir patria.

Lo que no sabe es porqué huyeron unos y se quedaron otros.
-Francia o España,- se vitorea.

-¡España!
-¡Fuera el francés!!!!!!!!
Ya no hay hambre, sólo francés.

-¿Dónde estás rey?
-¿Quién arreglará esto rey?
-Tú misma.
-¡Estoy presa rey!

(-Silencio.)

-¡Me quieren matar, rey!
-(Silencio)
-Está bien cantaré, ya que otra no puedo hacer:

Nada queda
nada viene.

Yo tejedora no tejo más que el preámbulo de mi muerte.
Ya no cisclaré de casa en casa, por el monte, en la taberna.
No veré guerrilleros vivos ni muertos.
No veré borracheras, ni cuchillos.

Pero quiero y es mi último deseo
ver en estas ventanas de piedra ciegas de esta torre
que el viento sople y me busque de noche.

Que sea tibio y me desquite del frío que lija mis piel y mis huesos.
Que ahora que ya no sigo viva
y que estoy muerta.

Que están muertos y bien muertos los ideales y patrias,
que ya no sé lo que está bien y lo que está mal.

Ahora que veo que los buenos se van...
y los malos se quedan...

Ahora que nada de lo que supe sé...
Ahora que lo irremediable es el vacío y la muerte...
de los que se han ido
de lo que yo en breve seré.

Quiero que tu viento, compañero y amigo en estos últimos momentos,
lo seas.

Abras mi celda interior,
la de Santa Teresa
o la que sea.

Que de mi interior me saques
y yo, pájaro podré escapar en el último momento.

Como así fue, gracias viento.
Y gracias al alma generosa
de un joven tan valiente como tú o como yo.

Tan alocado y ferviente
tan trastocado y viviente
que gracias a él vivimos dos
y muchos más.

Románticos impetuosos
que mueven mundos
aunque sea con nuestra suerte,
aunque sea con nuestra mala suerte.
aunque sea con nuestra muerte.

Maruxa Duart

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