De Mar
del Plata, Argentina
EL HOMBRE
QUE YO AMO
De manos
muy grandes, para acariciar o gesticular según su momento. Con la genialidad de
pocos, con el mal humor de los que saben, con el decir honesto y el pensamiento
a flor de piel.
Con el
ritmo de la experiencia o de una canción sabida, me abarca, me seduce, me
envuelve en su conocimiento, y me lo presta.
De
espaldas al egoísmo, con el pecho puesto en los sentimientos, la mirada
ahondando en mis entrañas, alza sus ojos y me interroga. -¿Aún me amas?
Juega,
como en el tango, con el humo del cigarrillo, me mira pensativo. Calza sus
anteojos escondiéndose quizá de mi respuesta, porque con ellos puestos, desvía
la mirada.
El sol
brilla a pleno, y cae perezoso sobre la mesa que hace de escritorio.
Mis
libros, los de él. El cenicero repleto. El periódico. Gotán Project endulza los
oídos. Mientras tanto, no puedo dejar de mirarlo, sus anchos hombros ya algo
caídos pero fuertes, sus dedos nerviosos buscando algo, sus bellísimas canas
recordándome las mías, su camisa desabotonada con una mancha de café cerca del
pecho y todo él, en un gesto que todavía me deslumbra, me atrae, me enternece,
me enamora.
-¿Te
ayudo con las correcciones? Le quito de las manos los papeles, lo obligo a
mirarme. Hay un poco de cansancio en sus ojos. Se hace el distraído. Con ademán
endeble, me aparta de su lado:- Hay mucho que hacer… Murmura.
Me
siento en su falda, le tomo la cara entre mis manos y lo miro fijamente, quiero
meterme en su alma, esperarlo ahí, descalzarle los huesos, y convertirme en su
piel. Una única piel.
Se deja
hacer casi desorientado, como si el apuro de todos los tiempos cayera sobre esa
mesa, y el amor rondara sólo por casualidad. Hasta que arraso con sus barreras
masculinas. Su brazo me enlaza el talle y me besa entendiendo la respuesta, que
se viene abalanzando desde mi sentir.
La vida
se ha sentado con nosotros, la vida sonríe aprovechando el momento.
Ese día.
Esa mañana de amor, ese “querida” que sacude mi sangre, ese “loca, loca mujer
mía”, que hace que me sienta la única en su mundo, aunque haya habido otras.
Aunque haya otras. Yo seré la última.
Al
menos, en el día de hoy.
Norma
Aristeguy
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