lunes, 1 de diciembre de 2014

LAURA CASTILLA


De Paraná, Argentina 

MIS OJOS DE HOMBRE VEN…

(Cuento) 

Su hermoso y femenino despacho. Mi box está pegado a él. Puso condiciones claras de trabajo cuando decidió, después de varias entrevistas que sería su secretario.
Me exigió que vistiera traje negro, camisa blanca y corbatas llamativas. Puntualidad y eficiencia. Se trataba de hacer las relaciones públicas de una empresa. Ella era su gerente.
Su pelo marrón dorado le caía sobre los hombros, un pullover de profundo escote dejaba ver el inicio de unos senos de tamaño normal. La pollera ajustada y corta, mostraba torneadas piernas y sus zapatos tenían pequeñas plataformas.
Un compañero me dijo: prepárate para un estallido feroz cuando algo no le guste.
Sentía que mi jefa era exigente y seductora. Llegaba unos minutos después de comenzado el horario de trabajo. Dejaba su camino impregnado de su perfume .En la oficina el aroma agobiaba. Se sacaba el saco y sus pezones se marcaban en la ropa. 

- Jorge, puede venir
Tomé mi anotador y fui. Estaba sentada en el borde del escritorio. Su pollera corta dejaba ver mucho más allá de la rodilla. Tuve una erección. Pedí salir…
Y entonces fue cuando tuvo un ataque de furia. Me tiró las carpetas en mi box gritando que el trabajo era un desastre.- Si no puede controlar sus impulsos no podrá trabajar. Vaya a su casa, cambie su ropa y regrese si quiere continuar trabajando-
Al regresar mis ojos de hombre vieron la solidaridad de mis compañeros de trabajo. A otros les había provocado de igual forma y habían huído.
Se fijaron en que vestía mocasines, jeans, camisa blanca sin corbata y llevaba húmedo el pelo. Al acercarme la vi. Estaba en su despacho, mirando por la ventana y acariciando una planta.
Entré silenciosamente. La tomé de los hombros, la di vuelta. La apoyé firme contra la pared y comencé a acariciarla y besarle el cuello, la cara. Encontré su boca abierta esperando que entrara en ella. Se dejó besar exigiendo más. Nuestros cuerpos se enlazaron.
La solté y volví a mi box. Recibí un cerrado aplauso de mis compañeros. Ella no salió de su oficina. Tampoco al día siguiente. El viernes antes del horario de salida me llamó:
- Te quedan bien los jeans.¿ Cenarías en mi casa? Te espero…
Laura Castilla 
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