lunes, 1 de diciembre de 2014

DARÍO FALCONI



De Villa María,Córdoba-Argentina 

Cayeron mis últimas monedas sobre el mostrador,
y agradecí al retirarme.
Esperé la noche contemplando el ocaso,
lustré mis zapatos y me los calcé,
el traje de casamiento me incomodó
pero aún así me encaminé hacia el sur.

Crucé el tenso alambrado
y llegué hasta nuestro lugar,
arrojé la bolsa y de inmediato
tajé la tierra hasta el cansancio.

Me arranqué los ojos,
borré los besos con un revés de brazo,
me extirpé el corazón
y lo deposité en lo más profundo.

Rocié todo con combustible,
encendí el viejo Zippo
y lo dejé caer en nuestros recuerdos,
que ardan como ardimos,
que se consuman como nos consumimos.

Me senté en una piedra
percibí la brisa de la madrugada,
el crepitar desde el fondo,
el abucheo de los grillos,
las luminarias a lo lejos.

Quizás, no pude cuidarte como debí
quizás esto debía suceder
quizás siempre quizás…
por eso liberé tus imágenes, tu recuerdo,
para que seas feliz con lo que has decidido.
  
Tomé un puñado de tierra
lo deshice entre las yemas de mis dedos
y te pensé por un momento más,
lo cubrí todo
y me perdí en el cañaveral.

(inédito, 14-02-2010).


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