lunes, 1 de diciembre de 2014

SONIA MARELLI


De Buenos Aires, Argentina 

SILENCIOS

Abismos. Entre gloriosa encrucijada, los silencios recobran alas,
es como si cada pausa, pendiera de un hilo y brotara de vacío,
oscilando entre péndulos para abrochar las ganas dormidas
y marcharte sin culpa.

Occisa la palabra, muere en tus sienes
y callas como la bruma que corroe la espina;
de esa manera carcomes lo sideral para desgranarlo en nada,
ni siquiera en polvo, ni siquiera en cenizas.

Es impenetrable tu mente inquieta, se desliza entre perniciosas dudas
y cae en los acantilados, donde los pensamientos se quiebran una y otra vez
y el exceso te consume, te derrota y crees terminar la batalla, antes de comenzarla.

Llegas a mí, en tiempos desfasados, como si la grilla ensordeciera tus oídos
a fin de que el argumento carente de sonido, no pronuncie, no explique...
y sin decir nada, te ajustas a la medida del insulto que sale de mi boca
para ver si reaccionas, si crees, si dices, si tiemblas, si vives...

Es que tus ojos parecen lápidas, parecen hollejos que caen secos
porque ya no protegen a la semilla y se distienden en el campo,
y de tan distendidos, no miran, no proyectan, no justifican.

El silencio, eliminó los recuerdos que sin papiros se dibujan,
esfumándose con el viento de ese beso apagado, incrédulo
por el propio alimento que le has dado..

Porque nada tengo que ver con la arista que desprotege al trigo
y forma un filamento áspero de caricias,
porque nada tengo que ver con esa falta de grafemas, que hiere lo más profundo de mi ser.

Porque es el silencio el peor detonante que me impulsa a sentirme óxido,
aún cuando el metal no se ha combinado y pasa de tan puro a desvanecerse,
porque consideras que el dolor es el letargo benéfico, para unos corazones incendiados.
No le tengo miedo a la verdad pero sí, a tus silencios...


Sonia Marelli

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