De
Buenos Aires, Argentina
SILENCIOS
Abismos.
Entre gloriosa encrucijada, los silencios recobran alas,
es como
si cada pausa, pendiera de un hilo y brotara de vacío,
oscilando
entre péndulos para abrochar las ganas dormidas
y
marcharte sin culpa.
Occisa
la palabra, muere en tus sienes
y callas
como la bruma que corroe la espina;
de esa
manera carcomes lo sideral para desgranarlo en nada,
ni
siquiera en polvo, ni siquiera en cenizas.
Es
impenetrable tu mente inquieta, se desliza entre perniciosas dudas
y cae en
los acantilados, donde los pensamientos se quiebran una y otra vez
y el
exceso te consume, te derrota y crees terminar la batalla, antes de comenzarla.
Llegas a
mí, en tiempos desfasados, como si la grilla ensordeciera tus oídos
a fin de
que el argumento carente de sonido, no pronuncie, no explique...
y sin
decir nada, te ajustas a la medida del insulto que sale de mi boca
para ver
si reaccionas, si crees, si dices, si tiemblas, si vives...
Es que
tus ojos parecen lápidas, parecen hollejos que caen secos
porque
ya no protegen a la semilla y se distienden en el campo,
y de tan
distendidos, no miran, no proyectan, no justifican.
El
silencio, eliminó los recuerdos que sin papiros se dibujan,
esfumándose
con el viento de ese beso apagado, incrédulo
por el
propio alimento que le has dado..
Porque
nada tengo que ver con la arista que desprotege al trigo
y forma
un filamento áspero de caricias,
porque
nada tengo que ver con esa falta de grafemas, que hiere lo más profundo de mi
ser.
Porque
es el silencio el peor detonante que me impulsa a sentirme óxido,
aún
cuando el metal no se ha combinado y pasa de tan puro a desvanecerse,
porque
consideras que el dolor es el letargo benéfico, para unos corazones incendiados.
No le
tengo miedo a la verdad pero sí, a tus silencios...
Sonia Marelli
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