De Ciudad de Santa Fe, Argentina
OLVIDO
I
Hacia las islas.
Santa Fe, 1956
Siempre amé
de aquel puente
la belleza
esa altura de hierro anochecido
perfilando su esencia de coloso
la tensa arquitectura de sus
cables
enmarañando quietas
transparencias
Peatones
el abuelo y yo cruzábamos
a observar los contornos de las
islas
en mañanas fraguadas por las
ascuas
deshabitados de odios
y de urgencias
A veces
si bajaba la mirada
mis temores furtivos descubrían
entre los espesores del quebracho
aquellos intersticios de sus
treguas
y el lomo corcoveante con que
el agua
desceñía raíces
embalsados
fundaba sus eternas rebeldías
su indomable
y agreste turbulencia
Mucho tiempo después
fue por septiembre
un septiembre de pálidas
lloviznas
un septiembre de vientos
desbocados
enmarañando lacias cabelleras
Quién sabe por qué pulcras
decepciones
por qué esmerado agravio
por qué olvidos
con sus filos de herrumbre
y soledades
cercenó la memoria de sus venas
II
Mucho tiempo después
Fue por septiembre...
Desde harapos de cielos ofensivos
manifestando lúgubres presagios
caía una llovizna
casi incierta
Las aguas
persistentes
lo apremiaban
murmuraban su nombre
lo exigían
enviaban camalotes a incitarlo
con la verde espesura de sus
lenguas
cuando esa azul severidad del
viento
abofeteó su agobio
sin cerrojos
y trepó entre el ramaje de sus
hierros
hasta la vibración de las almenas
Dicen que
en su agonía
aún tuvo tiempo
de mirar la ciudad
a sus espaldas
cerrando las ventanas a la tarde
y corriendo pestillos tras las
puertas
No quiso resistir
Estaba viejo
Viejo y cansado
olvidado y viejo
con legiones de llagas oxidadas
supurando en el cáliz de sus
venas
entonces
con un rictus de amargura
sucumbió a tanta espera
amortajada
y ofrendó
a las raíces cenagosas
el amargo esqueleto de su pena
De mi libro Un muelle en la
nostalgia
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