De
Buenos Aires, Argentina
ASESINO
SERIAL
El reo
se dirigía en silencio por un oscuro corredor que lo llevaba hacia el lugar
donde sería ejecutado a la vista de los familiares de sus víctimas. Su verdugo
lo esperaba a la hora 10, a la hora que él siempre había elegido para matar,
como así lo decía su largo y jugoso prontuario. Esta vez sería el reo el que
moriría, como si fuese el último de una gran serie de crímenes impecablemente
ejecutados. Ahí estaba el asesino, frente a las miradas que exigían justicia y
nunca perdón. Ahí estaba, indefenso, como sus mártires frente a él.
Antes
de llevar a cabo la sentencia le dicen al verdugo si quiere decir algo, si
quiere pedir un último deseo. Responde que si y sentencia a viva voz :
-No
me arrepiento de nada. Lo volvería a hacer todo de nuevo, dijo, mirando hacia
la tribuna.
El
reo accionó la palanca una vez más y lo ejecutó a las 10, con una precisión y
destreza admirables, como sólo un asesino serial puede hacerlo.
Gabriel
Falconi
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