lunes, 1 de diciembre de 2014

GABRIEL FALCONI



De Buenos Aires, Argentina 

 ASESINO SERIAL 

El reo se dirigía en silencio por un oscuro corredor que lo llevaba hacia el lugar donde sería ejecutado a la vista de los familiares de sus víctimas. Su verdugo lo esperaba a la hora 10, a la hora que él siempre había elegido para matar, como así lo decía su largo y jugoso prontuario. Esta vez sería el reo el que moriría, como si fuese el último de una gran serie de crímenes impecablemente ejecutados. Ahí estaba el asesino, frente a las miradas que exigían justicia y nunca perdón. Ahí estaba, indefenso, como sus mártires frente a él.

 Antes de llevar a cabo la sentencia le dicen al verdugo si quiere decir algo, si quiere pedir un último deseo. Responde que si y sentencia a viva voz :

 -No me arrepiento de nada. Lo volvería a hacer todo de nuevo, dijo, mirando hacia la tribuna.

 El reo accionó la palanca una vez más y lo ejecutó a las 10, con una precisión y destreza admirables, como sólo un asesino serial puede hacerlo.

Gabriel Falconi


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