lunes, 1 de diciembre de 2014

JOSÉ RIVAS


De Rivadavia-Mendoza, Argentina 

POR EL PAISAJE QUE EL RÍO HABÍA DEJADO

Una tarde de obligaciones mundanas, crucé el Tunuyán para dirigirme hacia el primer distrito que allí se asienta. Mi objetivo era dar: con algún horno de ladrillo. Sin embargo la inmensidad del barro, a lo que se le sumaba los juncos podridos, que se extienden por el árido paisaje que el río había dejado, me desvió.
Sin más remedio que el extravío, busqué a algún lugareño que me orientara para poder continuar. Luego de una corta exploración, di con un rancho que se caía de tristeza. Afuera un viejo sentado con un poncho que lamía el suelo. Al acercarme lo vi disfrutando con sus arrugas al sol. Le pregunté la manera de cómo encontrar los hornos y el modo de salir. Me dijo que: me adentrara unos kilómetros más hacia el Sur, allí me toparía con un afluente muerto y tan sólo con seguirlo, lograría el cometido. 
Una vez que tuve la información necesaria, mi presencia carecía de sentido. Las intenciones de irme me acompañaban, cuando el Viejo me detiene:
- No se vaya. 
Di media vuelta. Él no miraba. Le pregunté qué era lo que necesitaba. Sin embargo no me respondió. Me preparaba nuevamente para seguir rumbo cuando el Viejo, comenzó a narrarme una historia que – según mi impresión- no podía permanecer más tiempo en aquel lugar:
- Yo era un niño mi´jo-comenzó hablando mirando al pasado- cuando el mandinga, nos cayó encima, nos cayó. La mamá, tuvo al que sería el menor de mis hermanos: se llamaba Anselmo y jue el setimo hijo varón. El papá cuando se enteró, se jue pa´siempre. Cuando el Anselmo comenzó a crecer, nuestro miedo hacia él, también…me acuerdo que era muy alto, tenía la juerza de un lión y que a veces un hilito de baba le chorreaba por la boca, le chorreaba. El Anselmo era raro. Tan raro que nunca habló. Y cuando tuvo más eda´ empezó a salir solamente de noche y antes que apareciera el sol, volvía. No sabe el temor que daba mirarlo a los ojos¡ imagínese que naide de por acá quería mirarlo! Y una mañana, todo empezó a impiorar: el Anselmo, cayó unos días enfermo por dolor de la panza. La mamá, dijo: ¨¨ Seguro que anoche se transformó en lobisón y estuvo en el cementerio a comerse a los muertos. ¨¨ Y esa sólo jue, la primera vez…desde esa noche y cada vez que el Anselmo salía, al otro día se retorcía en el suelo del dolor. Al enterarnos de esto, yo y mis hermanos quisimos irnos. Pero la mamá, ya era muy vieja para salir y no podíamos dejarla a merce´ del hereje. Una noche de luna llena, el Anselmo, salió seguro que para el cementerio. Y cuando iba a cruzar el Tunuyán, le pegaron un garrotazo y antes de que se convirtiera en lobisón, pa` poder defenderse, con un cuchillo le abrieron la panza y le sacaron las tripas y se las tiraron el río, pa´que la corriente se la llevara. Ahora, con la tenología y la ciencia que hay, van a decir que el Anselmo tenía alguna podredumbre en la cabeza, por lo que nunca habló y otras tantas en los chinchules por los dolores que le daban o segurito que van a querer ser los detetives, pa´veriguar si nosotros, lo habíamos visto alguna vez convertirse en lobisón o ir pa´l cementerio. Pero uste´ no lo comprende, porque no vivió esa época donde todo era cierto. 
Al terminar el relato, desconocía cuál había sido la causa del por qué era yo el receptor de tal historia. Jamás habré de negar que ese cuento, que no tenía al comienzo ganas de escuchar, logró atraparme: es por eso que se suscitaron en mí, demasiados interrogantes que iban desde la existencia del personaje, hasta la cordura del narrador. Sin embargo, el Viejo, se encargó de disiparme al menos un par de dudas. Sacando debajo de su poncho, un cuchillo oxidado por el tiempo, me dijo todavía sin mirarme.
- Y así es mi´jo, así es; éste facón, hace más de setenta años que nos salvó a todos. 
El Viejo se levantó para meterse a su rancho. 
Y mientras me enteraba de que el Anselmo había existido y conociendo a su tácito asesino, me alejé de aquel lugar caminado por el paisaje que el río había dejado.

José Rivas 
Derechos Reservados de autor




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