viernes, 1 de marzo de 2013

MARÍA ROCÍO CARDOSO ARIAS



                                         
De Punta del Este, Uruguay

ERES MI PUERTO

“...Pero tú me llamas por el nombre que yo sola
conozco
y que tú sólo sabes”
Clara Silva

Eres mi puerto
donde amarrar
mis pies descalzos
de nostalgia y tempestades.

Cuando el viento falsea la tarde
en arrebato de disfraces,
detienes mis cadenas
con voz tardía
y fragancia de verano.

El balanceo del mar
rompe los muros
que guardan el eco de mi risa
alejándome del miedo
a reconocerme a solas en esta carne
hecha de aire en la madrugada.

Tu mirada acomoda mi silueta
en sombras anónimas sin versos.

María Rocío Cardoso Arias


ENRIQUE F. ECHEGOYEN GALARRAGA


De Durazno, Uruguay

MIS ESPACIOS


De mi cerebro
tomografía
De mi cuerpo
radiografía
Del mundo
Cosmogonía
De mis deseos
Psicología
De mi planeta
La geografía
De mis pesares
Melancolía
De mis pensares
Filosofía
Y de mis delirios
Patología

Enrique Francklin Echegoyen Galarraga
https://arielenlinea.files.wordpress.com/2011/09/poemas_de_mayo.pdf


ROSANA NEVES


De Uruguay

ME LLENA EL ALMA


A Dios le doy las gracias 
ha escuchado mis palabras 
ha regresado mi amor
aquel que yo soñaba 
lindo y bello como siempre 
que bien, no le ha pasado nada,
mi corazón feliz de verlo 
aunque sea en la distancia 
la ilusión ha vuelto 
ya veo otro mañana
el ideal de mi vida sigue
teniendo una esperanza,
con sus palabras hermosas 
son canción para mi alma 
feliz estoy de verlo
y en sueños se que me abraza 
nos amamos tiernamente 
y sus besos llenan mi alma .

Rosana Neves 
Derechos Reservados de auto

PABLO COSSIO


De Montevideo, Uruguay

MUJER


Desde el fondo del hombre 
una niña con sangre 
me besa los dedos 
Nueva savia con carne 
ardé hembra del río 
madre sin nombre 
Este fierro que esconde 
el pecho de un bosque 
te reza un claror 
Quiero el alma de tus flores 
siento los bordes del cedro 
mujer vida y espejo 
Poné en mis manos las hojas 
y el corazón en la uñas 
mientras te muerdo los huesos 
Una tormenta de frutas 
nos puede comer el centro 
si queremos nadar 

Pablo Cossio
Derechos Reservados de autor


MARÍA SENATORE


De Florida, Uruguay


INOCENCIA


Cada vez, cada jornada, cada día de esos... intensos, sofocantes... tanto... que los lagartos son estatuas en la arena gruesa... los tábanos, salpican en la ribera, las mariposas quemadas se alojan a las sombras de los sauces... y el delirio es presa de una lascitud, que arde sobre el pasto. El camino ya no existe, entre las idas y venidas de los vendavales de los chicos, del griterío de las piedras sobre el agua clara del río... ha desaparecido la gramilla... Mansedumbre temprano... bullicio en las tardes.
Los paraísos y las araucarias, adivinan el ajetreo y se entregan a los pisotones de gente y fieras.
La montonera... así le llamábamos y el adolescente tenia siempre su rincón, como la urraca... oscuro... muy suyo, algo húmedo por la llegada casi nula de la luz del sol.
Es la vista oculta... de menesteres entre murmullos, de bolsa de piedritas, de los camalotes inquietos en el presagio de su muerte anunciada. De las manos hurgando el lodo... de las botellas sin base... y de los calderines y las chalanas pura lata sobre el remanso, caducando senderos.
Quién no era feliz... si nuestra desnudez era pura y salvaje... si la pitanga teñía la piel y los talas marcaban nuestra piel de brechas rojas... Todo el monte era una fiesta... de desparpajo... de pantalones cortitos, de torsos sucios y calientes por la brisa de la siesta.
Los salvajes con su trompo... su honda para bajar gorriones y cuanto bicho estuviera a su alcance... quién no era feliz si vos y yo teníamos nuestro lugar, donde tus manos se hundían en mis cavidades más íntimas... y nuestro calor sin sol... sin sobresalto... era lo anhelado. las primeras caricias y sin hablar sentíamos que nos sacaban el sueño. Era nuestro escondite y las bicicletas despistaban en otro lugar... a propósito... pagando fianza.
Despertar de la sangre en mí y de tu madurez en vos... Hoy miro sobre mi hombro y distingo piernas y brazos... apurados... suspiros de niños... robando besos... pero dándonos... desde esa edad, solos, autodidactas de sentimientos, sin importarnos los guayabos... aprendimos a dar... a la voz de la inocencia... eso que era amor.
Caía... después la tarde... nos mirábamos con adoración... era ese, el primer amor.

María Senatore 
Derechos reservados

MACA CARDOZO


De Canelones, Uruguay 

SOPLANDO LIBERTADES
 

Caen las habitaciones
de mi alma
junto a
las maravillas
de una canción.

Temperaturas místicas
que cubren
las rosas
de mi
ser.

Corazones semejantes 
se desenvuelven
en un
mar de encantos.

Yo soy
el dueño
de mis promesas.

Pero no prometo
que las cumpliré
a través de mi vieja
esencia.

Y que mas decir,
cuando ya el sol ha salido,
y el mundo
se ha liberado,
soplaré
antes de morir
mi fría
carne
de París.

Maca Cardozo 
Derechos Reservados de autor

LUIS ALBERTO GONTADE ORSINI


De Montevideo, Uruguay

CASTIGO DE SOLEDAD 

¿Un atardecer?: El de ayer.
Hoy… casi la nada.
Mañana será el olvido.
Mancera, timón y reja
Sobre mi corazón.

Estiletazo feroz
de aquel arcángel falsario
rapiñero de emociones.
Ruina de símbolos trágicos,
mi vida,
Resignada a la epopeya,
falaz de deambular, sin pericia
en busca de su otra vida.
La tuya.

Nunca me pregunté si eras bella
o si al final del destierro
nos aguardaba el amor.
Un disoluto deseo;
una figura plural
sobre los terrones grises.
Tú, y tu sensual alegría
que palpitaba en mi carne.
Ahíta de tanta dicha.

Una súplica superflua.
La tersa languidez de un beso,
Insumiso...
que doblegamos.
Carne rosa,
Senos de altivo porte.
Tu piel de aguafuertes,
rosario de felicidades;
y al fin…El nunca.
El Tal vez
y mi ceguera insolente,
carcomida de soberbia
nos precipitó al abismo.
Excusas entreveradas,
cáfila de desencuentros
que empalideció la luz,
irremediablemente,
como una ola inclemente.

Henos aquí en las arenas,
exhaustos.
Vómitos de la marea.
No pude reconocerte
Sal y espuma.
Lunares rojos de odio.
Los colmillos del olvido
hicieron presa de ti.

Superfluo sueño orillero.
Madrugón de vino fuerte,
alquitrán y barquichuelos
sujetos a la maldición
de un perfume de violetas.
Y el adiós,
que mojó mis pies.
Calladamente
Cachivaches, en fin
de una historia mal contada.

La oscuridad
se imprime de tiempo lento.
Agónico.
Nuestras almas expuestas,
al torpe miedo de vivir.
Sudor craso de correajes,
furgón de los desahuciados.
Calesita alucinada.
Sin niños…
Nuestros sueños.

Paisanos de rústica mirada:
Abrid un rumbo a la congoja.
Apuñaladme la espera…
Cargo con una culpa feroz,
deliberada…
Infinita

Luis Alberto Gontade Orsini